Sin embargo, existen momentos en que uno debe reconocer y aplaudir los grandes logros de los que a punta de entrega, trabajo y sobre todo talento, logran realizar todas sus metas. Aplaudo, aplaudo, a este equipo español que luchó y obtuvo el tan ansiado triplete: Copa, Liga y Champions.
La final tuvo el inicio deseado, tanto para los seguidores del equipo rojo, como para muchos anti-Barcelonistas. Y es que Ronaldo y compañía parecían tener una inspiración especial que nadie podía arrebatarles. Esta vez nadie fue Eto’o, quien de la mano de Iniesta (para variar) logró abrir el marcador a los diez minutos de juego.
Yo no lo creía todo perdido. Sin embargo, me bastaron unos minutos para darme cuenta de que el Barcelona tenia mucho más para dar ante un Manchester, que es cierto, le trajo dolores de cabeza durante gran parte del partido, pero ya lo estaba mostrando todo.
He aquí la gran diferencia entre campeones.
Buen ejemplo de lo que trato de escribir fue la segunda conquista del equipo español:
Messi, de cabeza, sella la victoria azulgrana a tan solo diez minutos del final.
“Todavía de Messi”, estoy segura refutaron muchos.
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